El material de la escultura del siglo VI era, sobre todo, la piedra. Hacia finales del período arcaico, los maestros del estilo severo prefirieron emplear el bronce para las estatuas de bulto redondo, dejando el mármol para las esculturas destinadas a los templos o a la decoración. El uso del bronce permitía jugar de modo muy sutil con las superficies, gracias al modelado de la creta, con efectos imposibles de realizar tallando la piedra con el cincel.
La generación de artistas que llevó el arte griego a la perfección estuvo en actividad a partir del año 450. Formaron parte de la misma Mirón, Policleto, Fidias y todo el taller del Partenón. Escultores que crearon un estilo completamente nuevo, donde se aprovecha toda la riqueza formal y sentimental del naturalismo pero bajo el continuo control del orden, el equilibrio y la armonía de la composición.
Con el taller del Partenón y por influjo de Fidias, durante todo el siglo V se volvió a preferir el mármol. De las grandes esculturas de bronce de la primera mitad de ese siglo no se ha conservado casi nada; entre las pocas obras llegadas hasta nosotros destaca el Poseidón hallado en el cabo Artemisión y hoy expuesto en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
Entre los grandes escultores que usaron el bronce, Mirón fue el primero en alcanzar el perfecto equilibrio y la riqueza de las formas clásicas. Trató de captar la inmediatez del gesto, mas pronto abandonó el intento en favor de la figura, estática pero compuesta siguiendo ritmos rigurosos. Se trata de una solución que permanecerá válida durante toda la Antigüedad y que recuperará el Renacimiento italiano.
La más alta expresión de este lenguaje se alcanzó con Fidias, modelo inevitable para los artistas de las generaciones sucesivas, quienes se inspiraron en su estilo interpretándolo con acentos manieristas. Policleto fue el representante máximo de la corriente del Peloponeso, que se mantuvo inalterada durante todo el siglo IV. La misma se manifestaba en la realización de una forma plástica sólida y compacta pero al mismo tiempo vibrante, dando como resultado una estructura dinámica y equilibrada.