Palermo es la quinta ciudad de Italia con casi 700.000 habitantes y con una área metropolitana de casi un millón más de personas. Sus raíces, como casi las de todas las ciudades europeas, se remonta muy atrás en el tiempo. La fundaron los fenicios con el supuesto nombre de Machanath aunque los vecinos de isla, los griegos, la conocían como Panormos. Palermo y otras ciudades, a diferencia del resto de Sicilia, no estuvo en manos de los griegos por lo que pasó de esar bajo dominio fenicio a estar bajo dominio cartaginés convirtiéndose en un punto clave para estos durante las dos primeras Guerras Púnicas contra la poderosa Roma. Pero, tal y como todos sabemos, Cartago perdió contra Roma y la ciudad pasó a manos de los romanos que la convirtieron en una populosa urbe.
Después de los avatares de la antigüedad, Palermo fué codiciada por los ostrogodos y más tarde por los árabes que la tuvieron bajo su poder durante un largo tiempo formando parte del Emirato de Sicilia del que más tarde se independizaría formando su propio emirato o djamaa con una reoganización política similar al de una república. Más tarde, los normandos, un pueblo del norte de Europa, se hizo cargo del dominio de la ciudad aunque mantuvieron una política muy abierta con sus habitantes musulmanes. Finalmente, Sicilia pasaria a formar parte de los Anjou y luego a los catalanes.
Cosas que visitar en Palermo
Palermo, gracias a su larga historia, posee el casco antiguo más grande de Europa lleno de palacios y edificios remarcables sobretodo de la época renacentista en adelante. Destaca su catedral gótica con elementos arquitectónicos que recuerdan a los edificios islámicos pero también con toques de gótico catalán. El centro de la ciudad es caótico por el tránsito rodado; las normas de circulación parecen desaparecidas. Todo esto aliñado con unos edificios en muy mal estado, en la mayoría de los casos, algunos de ellos cercanos a la ruina pero, sin embargo, muchos de ellos habitados. Últimamente se han empezado planes de rehabilitación pero la faena es inmensa ya que, tal y somo se ha dicho, Palermo posee el casco antiguo más grande de Europa.
Aunque el estado de los edificios y de las calles sea ruinoso, hay una enorme vida urbana y mucha gente por la calle visitando los mercados diarios que se aposentan en la intrincadas calles. Mercados como el de la Vucciria o del Capo, por citar algunos de los más populares. Hay paradas de todo tipo: de carne, pescado, fruta, ropa… Una al lado de la otra y con el género expuesto al aire libre. Pocas poseen neveras para guardar los alimentos frescos.
Una visita que se puede hacer si no se tienen demasiados escrúpulos y que impacta muchísimo es la de las catacumbas de los capucinos dónde un montón de cadáveres, sí cadáveres, esperan nuestra visita. Muchos estan colgados de las paredes, vestidos aún con sus ropas, y otros descansan en sus ataúdes. Destaca el caso de una niña en un ataúd de cristal que se mantiene incorrupta pese a no haber recibido ningún tipo de embalsamamiento.
La sensación que deja esta ciudad al visitante es la de un lugar vivo aunque en muy mal estado. Una ciudad que no se olvida fácilmente y que, en cierta manera, engancha y sorprende.