El edificio de la Alte Pinakothek , proyectado entre 1826 y 1829 por Leo von Klenze, en estilo neoclásico, para albergar los 8000 cuadros coleccionados por los miembros de la casa de Wittelsbach, soberanos de Baviera, se ubica armónicamente en el paisaje ciudadano de reminiscencias helénicas. Encierra una de las colecciones más extensas de Rubens y la serie más importante de obras de autores alemanes del siglo XV.
El primer coleccionista de la noble familia fue Guillermo IV (1528-1540), quien reunió en su corte un cenáculo de artistas; éstos, siguiendo los ideales humanistas de su mecenas, pintaban gloriosas gestas, tales como la «Batall
a de Iso» de Altdorfer, y ejemplos de virtudes femeninas y masculinas. Numeroso material llegó a la Alte Pinakothek.
Maximiliano I (1597-1651) enriqueció su colección de la la Alte Pinakothek con numerosas obras de Durero, a quien admiraba muchísimo. El príncipe elector Maximiliano Manuel compró en 1689 un total
de 105 cuadros entre los que se contaban «Doble retrato bajo la madreselva», «Retrato de Hélène Fourment» y «Sileno ebrio», de Rubens.
Ana María Luisa, hija de Cosme III de Toscana, esposa de Juan Guillermo (1754-1777), aportó en dote a las colecciones de su marido la «Virgen Canigiani» de Rafael. Maximiliano IV José, primer rey de Baviera (1799-1825) hizo llevar a Munich desde Düsseldorf y Mannheim las obras de arte que le pertenecían por herencia, reuniéndolas en una colección unitaria. Gracias a la incorporación de los bienes de las órdenes eclesiásticas, el Museo se enriqueció con obras maestras tales como «El retablo de Kaisheim» de Holbein; el «Retablo de los Padres de la Iglesia» de Michael Pacher y «La adoración de los Reyes Magos» de Tiepolo.
A las colecciones de los soberanos de Baviera se añadieron otras igualmente importantes, como la del príncipe Oettingen-Wallerstein en que había cuadros de Durero y de sus contemporáneos, entre ellos «Vista del Danubio» de Altdorfer y la «Virgen Tempi» de Rafael.
Durante el siglo XIX la política de adquisiciones se interrumpió y fue retomada solo en parte hacia finales de la centuria. Después de la segunda guerra mundial los gastos estuvieron destinados esencialmente a la restauración de la Alte Pinakothek, seriamente dañada; solo en tiempos recientes, gracias a fondos especiales del Estado, ha recomenzado la adquisición de obras.