Hoy una entrada un poco diferente de lo habitual, dejamos de viajar y ver cosas por todo el mundo para concentrarnos en reflexionar sobre nuestras propias ciudades, es curioso como des de la época medieval y la organización de lo que hoy son nuestras grandes urbes (por lo menos en Europa) hemos ido «ocupando» espacios, este concepto, de ir construyendo en todo aquel espacio que queda libre es muy interesante. El otro día, en un documental sobre «paisajes» de un programa de la televisión pública catalana tv3 (enlace aquí) justamente se hablaba de que cualquier espacio libre que tenemos en una ciudad hay que ocuparlo, y que hemos perdido el sentido de querer no ocuparlo todo con construcciones. En el documental, que es un programa sobre filosofía, se trataba por ejemplo la construcciones de grandes urbanizaciones o edificios en montañas, la idea era básicamente que los humanos nos dedicamos a colonizar esos espacios y a querer vencerlos, no en cambio a querer integrarnos con ellos y así vivir conjuntamente de una forma más sostenible.
Por ello, me resulta especialmente interesante que cualquier espacio libre que quede en la zona urbana de una ciudad debe ser rápidamente ocupado por otra nueva construcción, y que parece como que no podamos tener espacios abiertos y que nuestros edificios deban estar apelotonados los unos con los otros. Recuerdo que en un viaje a los Países Bajos me sorprendió mucho ver edificios de cierta proporción virtualmente aislados entre zonas verdes y arboles, quizá ese concepto no lo tenemos tan presente en el mediterráneo y por eso, nuestras ciudades, aun muy influidas por los conceptos romanos de diseño de ciudades, quieran amontonarse unas construcciones con las otras en busca de conseguir cierta seguridad y necesidad de estar juntos los unos con los otros como método para garantizar nuestra seguridad.