El Rijksmuseum es una de las pocas arquitecturas – entre las primeras de Europa – concebidas expresamente para conservar obras de arte. Está situado en la ciudad Holandesa de Armsterdam, y es uno de los museos de Europa más visitados y que tiene más popularidad. Durante mucho tiempo ha sido el lugar donde se han ido guardando lo bueno y mejor del arte holandés, que no es poca cosa.
En 1862, año en que Holanda celebraba el cincuenta aniversario de su independencia de Francia, se organizó un concurso para la construcción de un edificio que albergase todas las obras de arte del país.
Resultó ganador el arquitecto holandés Cuypers; el museo fue inaugurado el 13 de julio de 1885. El arquitecto ideó un edificio de estilo neogótico, esforzándose por utilizar los materiales, las formas y los motivos decorativos de los grandes períodos del arte holandés.
Por ese motivo se escogió como material de base del Rijksmuseum el ladrillo rojo, dispuesto según la lógica de la arquitectura medieval, en el que se insertan las novedades del Renacimiento.
Las decoraciones siguen la línea de la arquitectura: han sido colocadas sobre las ventanas de la fachada y en medio de ellas, destacando las entradas y ritmando las aberturas más amplias. Estatuas, relieves, losas de cerámica, vidrieras con armazón de plomo, nos van descubriendo las diversas épocas de la historia y del arte holandeses.
Las dos entradas están simbólicamente subrayadas por esculturas que personifican a la Arquitectura y la Escultura por un lado, y a la Pintura y el Grabado por el otro. En el interior del Rijksmuseum, pisos de mosaico, pilares decorados, bóvedas construidas con gran variedad de piedras, inscripciones y pinturas murales enaltecen el arte y a los artistas.
Esta construcción, tanto por dentro como por fuera, estaba destinada a convertirse en el templo de la historia del arte, manifestación del fervor nacionalista y del poder y esplendor del país como legado para las generaciones futuras.
