El primer núcleo de la colección del Museu Nacional d’Art de Catalunya, con las obras románicas, se instaló en principio en el palacio de la Ciudadela, en 1.924.
La colección se presentó durante la Exposición Internacional de Barcelona de 1.929, en una memorable exposición dedicada al arte en España que se montó en los amplios espacios del Palacio Nacional, emplazado en la montaña de Montjuïc.
Una vez clausurada la manifestación, el edificio del Museu Nacional d’Art de Catalunya proyectado por los arquitectos Cendoya y Catà quedó temporalmente abandonado, hasta que unos años más tarde, en 1.934, fue elegido como sede permanente del nuevo Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Por aquel entonces, el museo constaba de treinta y seis salas, en las que se conservaban piezas de arte y artesanía del período prerrománico al neoclásico.
A la colección inicial del Museu Nacional d’Art de Catalunya se fueron añadiendo con el tiempo numerosas piezas procedentes de los almacenes, así como importantes adquisiciones procedentes de colecciones particulares, donaciones y legados.
A principios de esta década, la arquitecta italiana Gae Aulenti llevó a cabo la reforma de la sección del museo dedicada al románico, reconstruyendo de forma sugestiva el ambiente original en que se encontraban los numerosos frescos procedentes de las iglesias y monasterios esparcidos por todo el territorio español.
El Romanticismo promovió en toda Europa un nuevo auge de la Edad Media, y es natural que este hecho tuviera gran resonancia en Barcelona, una ciudad que conserva ejemplos de dicho período de singular valor, tanto desde el punto de vista histórico como monumental. El Museu Nacional d’Art de Catalunya es el más antiguo e importante en lo que se refiere a las colecciones de pintura mural románica. Por lo tanto, aun siendo rico en cuanto a obras, resulta pobre en cuanto a nombres. Este museo fue fundado con el doble objetivo de ofrecer un amplio panorama del arte catalán de la Edad Media, completado con una nutrida colección de pintura del período gótico procedente de las demás escuelas españolas, sin olvidar enriquecer dicho patrimonio con el testimonio representado por obras de otras épocas y países. Además de los numerosos ejemplos de pintura románica y gótica y de la escultura de ambas épocas, el museo posee también interesantes ejemplares de varias escuelas pictóricas del siglo XVI al siglo XVIII, algunos de ellos de grandísimo relieve, aunque en lo referente a dichos períodos y a no pueda hablarse de una colección completa.