París es probablemente la ciudad más atractiva y esplendida de Europa. Tan tradicional como un pueblo y en parte desvencijada, lo único que atenúa su encanto es el desdén que muestran los parisinos por los visitantes. No obstante, el número elevado de emigrantes, sobre todo procedente de Argelia y África Central y Occidental, otorgan otro sabor. Aunque tales contradicciones y contrastes pueden ser la realidad de cualquier otra ciudad, aquí son la razón de su existo. Las calles y callejones estrechos del Barrio Latino, Montmartre o Ménilmontant contrastan con las vistas monumentales que van del Louvre a La Défense o de Les Invalides a Trocadéro, así como la variedad de mercados, galerías peatonales antiguas y tiendecitas lo hacen con los centros comerciales subterraneos de Montparnasse, el Louvre y Les Halles. Por otro lado, la obsesión por reformar construcciones antiguas, museos y crear una arquitectura innovadora, construir puentes y líneas de Metro parece una actividad muy alejada de la que realizan las señoras mayores que aun planchar las sabanas a mano en las lavanderías de Auteil. Durante mucho tiempo, París fue tejiendo su propio mito, revistiendo los nombres famosos y los acontecimientos con un encanto peculiar que elevo la ciudad a una esfera legendaria. No obstante, en las décadas recientes, ha dejado de escapar su condición de centro de los movimientos intelectuales, artísticos y literarios occidentales, así como de lugar natural de asilo europeo para disidentes y desilusionados, para aquellos de han sido censurados, oprimidos u obligados a exiliarse desde todos los rincones del planeta.
La vida urbana en París
El encanto más tangible he inmediato de París se plasma en su vida urbana junto a los bancos y puentes del río Sena. Son pocas las ciudades que pueden competir con los miles de cafés, bares y restaurantes que llenan cada calle y boulevard. Asimismo, la forma compacta de la ciudad permite captar el sentido individual que tramiten los diferentes barrios. Es fácil desplazarse, incluso a pie, desde el tranquilo Montmartre, con un ambiente casi de pueblo, y desde algunas zonas del Barrio Latino, hasta los bulliciosos centros comerciales de la Bourse i Opéra-Garnier o las mansiones aristocráticas de Marais. Todos los distritos tienen su mercadillo callejero sumamente atractivo; en el 13º arrondissement encontrará, incluso en los supermercados chinos, alimentos extraños y licores fuertes.
La carencia de espacios abiertos queda un poco compensada por la presencia de inesperados refugios como la mezquita, Arénes de Lutéce y la Place des Vosges, así como los patios de las grandes mansiones como el del Hotel de Sully. El jardín de Les Halles a proporcionado verdor al centro durante mucho tiempo, mientras que los caminos asfaltados y la belleza formal de las Tuilleries sirven de telón de fondo para el último paseo dominical de los parisinos. Los muelles de la derecha e izquierda del río Sena, las islas por las que se pueden dar un maravilloso paseo y los dos esplendidos parques del Barrio Latino, el de Luxemburgo y el Jardín des Plantes, son los lugares al aire libre que proporcionan mayor bienestar.
La arquitectura de París
La monumental arquitectura del Arco del Triunfo, el Louvre la Torre Eiffel, el Hotel de Ville, los puentes y las edificaciones gubernamentales, otorgan a la ciudad una visión imponente, por otro lado las tendencias a romper con los moldes arquitectónicos del pasado está bien representada por edificios como el Centre Pompidou, La Villette, la Piramide del Louvre, el Grande Arche de La Défense, la Bibliotheque Nationale, y otros ejemplos menores, muestra de las corrientes pos modernistas y deconstructivistas: edificios de apartamentos, escuelas e industrias. París tambien destaca por sus museos; entre los más importantes se encuentran: Louvre, Musée d’Orsay, Musée National du Moyen-Age, Beaubourg (Centre Pompidou), Cité des Sciences en La Villette, Palais de Tokyo, Marmottan, Picasso, Rodin y Orangerie.