Eslovaquia se separó de los checos de forma amistosa en el 1993 y al contraria que estos, han conservado un país tranquilo y con el carácter más tradicional de los países del este. Su capital, Bratislava, está cerca de Viena, lo que la hace una capital peculiar, no encontrarás en ella aglomeraciones o contaminación acústica. Un lujo.
Bratislava está solo a 70 km de Viena
Es evidente que la tranquilidad que se vive en las calles de Bratislava no durará para siempre, y que ese extraño encanto de país del este, tradicional, tranquilo, sosegado, sin aglomeraciones y donde pasear tranquilamente sin los ritmos de vida acelerados de la sociedad actual es algo que llama la atención a los visitantes que llegan de lugares más ajetreados. Bratislava llegó a ser la capital del imperio húngaro, y ha tenido diversos nombres, las denominaciones Pressburg y Pozsony son las más «populares» en la historia. Históricamente ha tenido una importancia considerable como un enclave de caminos, así, hace más de 6000 años que moradores hacen de su cálida silueta su hogar.
En los últimos años la administración no se ha preocupado especialmente de cuidar la zona centro, lo que ha hecho que se llevará a cabo un cambio considerable en esta zona de la ciudad, sus ciudadanos están más de acuerdo en cambiar que modernizar, por eso nos podemos llevar algunas sorpresas muy agradables. La zona centro, y la zona del castillo en la zona alta de la ciudad son sus dos principales atractivos. Puedes pasear por las iglesias del centro o tomar un café en sus terrazas, que tienen tranquilidad a espuertas, no tengas miedo por el ruido, aquí no hay demasiado, paseo a pie, con tranquilidad, y haz parones en sus museos, que tienen algunos tesoros interesantes.
Una ciudad tremendamente peculiar, que seguro que no te deja indiferente, y menos después de probar la gastronomía local: una delicia.